
Mirando el horizonte me sumergía en la oscuridad de un cielo nublado por el mal clima. Estaba triste por muchas cosas, un encuentro de sentimientos que opacan el pensamiento y dejan muchisimas sensaciones...
El cielo no era mi aliado en ese momento, oscurecía más y más, quería caer cántaros de agua y se entristecía a medida que mi tristeza aumentaba, empece a hablarme, a cuestionarme y reprocharme y embullido en esos cuestionamientos y reproches perdí noción del tiempo, perdí noción de mi alrededor, cuando me había torturado tanto a mi mismo que había logrado sacar lagrimas de mi interior levante la mirada de nuevo al horizonte, el cielo se había despejado, el sol había salido de ese escondite de nubes oscuras y mal tiempo y empece a ver ese juego multicolor entre violeta y naranja que tienen los atardeceres, era un show espectacular que me embelecio y me hizo olvidarme de tantos pensamientos negativos que me invadían en el momento...
Justo en ese momento entendí que el sol siempre sale, que la oscuridad siempre es temporal, que más horas de luz tiene un día resplandeciente que horas de oscuridad, que las nubes negras pasan y siempre dan paso a ese infinito cielo celeste que encanta a cualquiera.
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