
Hoy miro la luna, pues solo ella ha sido testigo de esa partida.
Una partida que dejo un sabor dulce y amargo, ese mismo sabor dulce y amargo que me deja el placer de tomar un buen café.
Dulce porque estuviste, dulce por lo que compartimos, dulce por lo que vivimos, dulce por lo que fue y dejo de ser o simplemente no pudo ser.
Prometimos no complicarnos, prometimos ser feliz cada uno en su diferente espacio, a distancia, pero pensándonos y recordándonos. Pero cuesta, solo Dios sabe cuanto cuesta.
Lo imposible solo existe gracias a las limitaciones que crean nuestros propios miedos. Este trayecto es muy largo, con muchas vías que tomar, algunas incluso que debemos recorrer de vuelta mas de una vez aun si tenemos el miedo de pensar que el regresar es sinónimo de fracaso.
Solo espero que algún día de esos que me espera en el trayecto que recorro por la vida pueda abrir mis ojos y despertar a tu lado.
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